08 mayo, 2016

Aniversario de la masacre de Ludlow: la represión homicida de una huelga en Estados Unidos.

Se cumplen 102 años de la masacre de Ludlow,
perpetrada por la Guardia Nacional
y los sicarios de la empresa minera.




Al pueblo de Ludlow, ubicado en el estado de Colorado (USA), se lo recuerda por la “Masacre de Ludlow” consistente en la muerte violenta de 20 personas, 11 de ellos niños, durante un ataque de la Guardia Nacional de Colorado contra mineros en huelga.



Había 1200 personas en huelga, los mineros del carbón y sus familias. El 20 de abril 1914, dos mujeres, once niños, seis mineros y dirigentes sindicales fueron asesinados.


Estado en que quedó el poblado minero tras el criminal ataque.

Antecedentes que desembocaron en la tragedia:

Las condiciones de trabajo en las minas de carbón del sur de Colorado fue ampliamente reconocido como muy peligroso. Los mineros trabajaban en casi total oscuridad, con la inhalación del polvo asfixiante. Se les pagaba sólo por el carbón que cavaban por lo que sus salarios eran casi totalmente determinados por la empresa.

De los 42.898 mineros muertos en accidentes con minas en los Estados Unidos entre 1884 y 1912, 1708 murieron en las minas de Colorado. El jurado absolvió a la industria del carbón la responsabilidad de estas muertes, casi sin excepción.

Como resultado de ello, la UMWA (Trabajadores de Minas Unidos de América) le presentó a las empresas mineras mas grandes, entre ellos la familia Rockefeller con su “Empresa de Combustible y Hierro de Colorado (CF & I)”, el “Rocky Mountain Fuel Company (RMF)” y la “Victor-American Fuel Company (VAF)”, las siguientes demandas:
1. Reconocimiento del sindicato como agente negociador.
2. Un aumento en las tasas de tonelaje (equivalente a un 10% de aumento salarial). 
3. La ejecución de las ocho horas de jornada de trabajo por ley. 
4. El pago de “trabajo muerto” (por la manipulación de impurezas, etc). 
5. El derecho a elegir a sus propios controladores de pesaje. (Debido a la sospecha de los mineros, generalmente con razón, que estaban siendo engañados en la balanza que pesa su carbón, lo que querían era un minero, para comprobar la balanza). 
6. El derecho a utilizar cualquier tienda para comercializar, y elegir a sus casas y los médicos. 
7. La aplicación estricta de las leyes de Colorado (como la aplicación de las normas de seguridad, eliminación de vales), y el fin del temible sistema de vigilancia de la empresa.

Estas exigencias fueron rápidamente desestimadas por las empresas, y los trabajadores se pusieron en una huelga.

Mineros armados en huelga
La movilización de los mineros de Ludlow causó la ira de Rockefeller que no estaba dispuesto a que ese ejemplo se extendiera a otras de sus empresas. A instancias de la poderosa Compañía de Combustible y Hierro el gobernador de Colorado, Elias Ammons, envió a la Guardia Nacional para asegurar que las minas siguieran funcionando.

Desalojados de las minas, los huelguistas y sus familias instalaron un campamento en las colinas cercanas y allí mantuvieron su protesta. Estos campamentos eran constantemente atacados por rompehuelgas contratados por las empresas.

Campamento de los mineros y sus familias.
Desproporcionado hostigamiento militar de la Guardia Nacional
y de los sicarios de la compañía minera.
Con frecuencia hacían disparos contra sus tiendas de campaña y por la noche les arrojaban luces de bengala. Los mineros, rodeados por sus agresores, resistieron esas condiciones durante siete meses. Para protegerse de los frecuentes disparos cavaron refugios debajo de varias de las tiendas. Así se aseguraban de que sus esposas e hijos no fueran alcanzados por alguna de aquellas balas.

Zulo construído por los mineros para proteger a sus familias
de los disparos de ametralladora de la Guardia Nacional.
La empresa Baldwin Detectives eran especialistas en romper las huelgas de carbón.

El primer uso de la “Muerte Especial” por la Guardia Nacional de Colorado fue en la colonia de Forbes, el 17 de octubre toda la desprotegida colonia fue acribillada con fuego de ametralladora. Un minero resultó muerto, un niño recibió nueve disparos en la pierna, y se encontraron 148 agujeros de bala en una tienda de campaña.

Soldados de la Guardia Nacional y sicarios de la empresa minera
hostigando el campamento de las familias mineras.
Los hechos

La mañana del 20 de abril de 1914 los balazos dejaron de ser esporádicos. Miembros de la milicia de Colorado, guardias de la Compañía y golpeadores de la agencia de detectives dispararon con ametralladoras y rifles contra el campamento. Las tiendas de los mineros quedaron en llamas. Los rompe huelgas habían arrojado keroseno encima de ellas para que el incendio se propagase con más facilidad. Las balas alcanzaron a tres huelguistas. Pero no fueron los disparos sino al miedo ante ellos lo que ocasionó la mayor cantidad de víctimas. Una docena de mujeres y niños ‒hay varias versiones acerca del número exacto‒ murieron asfixiados y quemados en uno de los escondites subterráneos.


Consecuencias: La Guerra de los 10 días

En respuesta a la masacre de Ludlow, los dirigentes de los sindicatos en Colorado hicieron un llamado a las armas, instando a los miembros del sindicato para adquirir “todas las armas y municiones legalmente disponibles”, y una gran guerra de guerrillas a escala se produjo. Durante 10 días, atacaron y destruyeron las minas y lucharon batallas campales con los guardias de las minas y las milicias.


Al menos cincuenta personas, incluidos los de Ludlow, fueron muertos en diez días de lucha contra los guardias de las minas. La lucha terminó sólo después de que el gobernador de Colorado desesperado pidió la intervención federal al presidente de EE.UU., Woodrow Wilson, que envió tropas federales.

Este conflicto, denominado la Guerra Coalfield Colorado, fue el conflicto laboral más violento de la historia de EE.UU., el balance de muertos oscilaba entre 69 en el informe del gobierno de Colorado, a 199 en la investigación ordenada por John D. Rockefeller, Jr.

El UMWA finalmente se quedó sin dinero, y llamó nuevamente a la huelga el 10 de diciembre, 1914. Al final, los huelguistas no pudieron obtener sus demandas, el sindicato no pudo obtener el reconocimiento, y muchos trabajadores en huelga fueron sustituidos por nuevos trabajadores. Después de los 10 días de guerra, la huelga, que se prolongó por otros siete meses, terminó en derrota para el UMWA.

Los mineros en huelga reciben ayuda solidaria
Hijos de mineros denuncian.
A pesar de que terminó en derrota para el sindicato, la masacre de Ludlow centró la atención nacional sobre las condiciones en los campos de carbón de Colorado y de las condiciones laborales en los EE.UU. en general. Debido a que la masacre fue un acontecimiento tan impactante finalmente llegó a simbolizar la ola de violencia industrial que condujo a las reformas de las relaciones laborales.

Louis Tikas, principal dirigente de los huelguistas en Ludlow, fue asesinado durante la masacre.


Entierro del sindicalista Louis Tikas
Las siguientes personas murieron en la masacre, muchos de ellos eran niños:

* John Bartolotti, de 45 años
* Charlie Costa, 31
* Fedelina Costa, 27
* Lucy Costa, 4
* Onofrio Costa, 6
* James Fyler, 43
* Cloriva Pedregon, 4
* Rodgerlo Pedregon, 6
* Frank Petrucci, de 4 meses.
* Joe Petrucci, 4
* Lucy Petrucci, 2
* Frank Rubino, 23
* William Snyder Jr., 11
* Louis Tikas, 30
* Eulala Valdez, 8
* Elvira Valdez, 3 meses.
* Mary Valdez, 7
* Patria Valdez, de 37 años
* George Ullman, de 56 años

Estremecedor relato de aquél fatídico día:

Relato de Mama Jones.

La crueldad de aquel episodio y el sufrimiento de los mineros fueron relatados más tarde por Mary Harris, conocida como Mama Jones, uno de los personajes emblemáticos de los movimientos sociales estadunidenses en aquella época. En 1914 Jones, que se había dedicado a promover la organización sindical entre los trabajadores mineros, tenía 77 años y visitó Ludlow después de la matanza. En su autobiografía, publicada en 1925, escribe acerca de aquel 20 de abril:
“Temprano por la mañana varios soldados se aproximaron a la colonia con la exigencia para que Louis Tikas, el dirigente del campamento, les entregase a dos italianos. Tikas les requirió una orden judicial para ese arresto. No la había. Así que Tikas se negó a entregarlos. Los soldados regresaron a su cuartel. Entonces dispararon una bomba como señal. Luego otra. Inmediatamente las ametralladoras comenzaron a rociar el frágil campamento, el único hogar que tenían las desventuradas familias de los mineros, acribillándola de balas. Como lluvia de hierro, las balas caían sobre hombres, mujeres y niños. Las mujeres y niños escaparon hacia las colinas. Otras, esperaron. Los hombres defendían sus viviendas con sus pistolas. El fuego continuó durante todo el día. Varios cayeron muertos. Las mujeres desfallecían. El pequeño niño Synder recibió un disparo en la cabeza cuando trataba de salvar a su gatito. Un niño que le llevaba agua a su madre moribunda fue asesinado. 
Para las cinco de la tarde los mineros no tenían comida, ni agua, ni municiones. Tenían que replegarse hacia las colinas con sus esposas y pequeños. Louis Tikas fue acribillado cuando trataba de poner a salvo a varias mujeres y niños que perecieron junto con él. 
Llegó la noche. Un crudo viento bajaba de los cañones en donde hombres, mujeres y niños tiritaban y lloraban. Entonces un resplandor iluminó el cielo. Los soldados, ebrios de sangre y licor que habían hurtado de la cantina, prendieron fuego a las tiendas de Ludlow con antorchas mojadas en petróleo. Las tiendas, que eran el único mobiliario de aquellos pobres, las ropas y camastros de las familias de los mineros, fueron incendiadas. Alrededor del pozo, que era la única fuente de agua de los mineros, pusieron alambre de púas. 
Cuando todo había terminado, aquella miserable gente se arrastró para sepultar a sus muertos. En un refugio, bajo una de las tiendas quemadas fueron encontrados, irreconocibles, los cuerpos carbonizados de once pequeños niños y dos mujeres. Todo estaba en ruinas. Los resortes de los camastros se retorcían en el suelo como si ellos también quisieran escapar de aquel horror. El petróleo, el fuego y los rifles habían despojado de sus viviendas a hombres, mujeres y niños y habían masacrado a pequeños bebés y mujeres indefensas. Todo bajo las órdenes del teniente Linderfelt, un brutal y salvaje ejecutor de la voluntad de la Compañía de Combustible y Hierro de Colorado”.
Más conmovedora si cabe que la intensa prosa de Mama Jones era la puntual descripción que ofrecía The Rocky Mountain News, un diario de aquella región el 23 de abril de 1914 en un reportaje en donde se leía:
“Entre los muertos estaba la familia de Charles Costa, organizador del sindicato en Aguilar, y estaba la familia de la señora Chávez, una mujer mexicana, incluyéndola a ella, dos niñas de 4 y 6 años, un bebé de 6 meses y un sobrino de 9. La familia de Costa, incluído él, su esposa y dos niños, Lucy de 4 y Orafrio de 6. Bajo el montón de chatarra, al fondo del refugio de donde fueron recuperados esos cuerpos, también estaban los de los niños de la señora de Marcelino Perdrigon ‒Clardillo de 4 y Rogerio de 6‒ y los tres niños Petrucci, Lucy de 3 años, Joe de 4 y Frank de 6 meses.
Los niños estaban tomados unos en brazos de otros y sobre ellos yacían los cuerpos de dos mujeres, ambos severamente quemados. Las dos mujeres iban a ser madres pronto”.
"Nada que investigar"
Karl Linderfeldt, lider de la soldadesca que
perpetró la masacre.


Familias mineras en el campamento

fotos: https://www.du.edu/ludlow/gallery6.html

And this poem sent by Comrade ann arky

“GUNMEN” IN WEAT VIRGINIA.

The hills are very bare and cold and lonely;
I wonder what the future months will bring,
The strike is on - - - -our strength would win, if only - - -
O, Buddy, how I’m longing for the spring!

They’ve got us down - - -their martial lines enfold us;
They’ve thown us out to feel the winter’s sting,
And yet, by God, those curs can never hold us,
Nor could the dogs ofhell do such a thing!

It isn’t just to see the hills beside me
Grow fresh and green with every growing thing;
I only want the leaves to come and hide me,
To cover up my vengeful wandering.

I will not watch the floating clouds that hover
Above the birds that warble on the wing;
I want to use this gun from under cover - - -
O, Buddy, how I’m longing for the spring!

You see them there, below, the damned scab-herders!
Those puppets on the greedy Owner’s String:
We’ll make them pay for all their dirty murders - - -
We’’ show them how a starvling’s hate can sting.

They riddled us with volley after volley;
We heard their speeding bullets zip and ring,
But soon we’ll make them suffer for their folly - - -
O, Buddy, how I long for the spring!

Written by a Paint Creek Miner, during the terrible strike of 1911-1912.

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